Las nuevas tecnologías disparan el número de delitos informáticos. ¿Cómo protegerse?
Por C. Alcántara.
Imagínese un delincuente, pero no uno cualquiera, uno que opera desde su casa, desde la comodidad de su sofá con su ordenador como única arma. Le basta con tener conocimientos avanzados de informática y armarse de paciencia para conseguir su propósito: meterse en las cuentas de redes sociales, mails, incluso utilizar tarjetas de crédito o cuentas bancarias de quien quiera. Son los llamados ciberdelitos y están al alza. Estafas de phishing, robo de identidad, acecho cibernético, invasión de privacidad… “Las nuevas tecnologías han supuesto un avance tecnológico sin precedentes. Nos encontramos ante la conocida como cuarta revolución industrial”, explica Miriam Guardiola Salmerón, abogada y especialista en abogacía digital que ofreció un curso sobre ‘Ciberdelitos, cibercrimen y delitos informáticos’ a los alumnos del Máster de Acceso a la Abogacía de la UCAM en la Pecera de la entidad. El curso fue emitido en tiempo real para estudiantes de otros países vía on-line. “Son delitos difíciles de perseguir y por eso muchos expertos señalan la necesidad de crear una ciberlaw o ley digital de carácter internacional porque en muchos de los casos se trata de delitos internacionales y no existe una jurisprudencia sobre este tema”.
“Nuestra principal preocupación debería ser proteger a los menores, que es el colectivo más afectado, sensible y vulnerable”.
Guardiola subraya que las nuevas tecnologías suponen un nuevo campo para el Derecho Penal, ya que muchos delitos se han creado ex novo, mientras que en otras ocasiones son delitos ya existentes que se cometen con nuevas formas delictivas. “Hace falta sin duda cooperación jurídica internacional y colaboración con los prestadores de servicios. Creo con firmeza que nuevas reformas legislativas abordarán la materia a nivel nacional e internacional.”
Los datos que arroja la Memoria Anual de Fiscalía sobre ciberdelitos son alarmantes. “Murcia es una de las regiones más afectadas, especialmente en materia de estafas digitales, phishing y ciberacoso entre menores”, subraya. “Nuestra principal preocupación debería ser proteger a los menores, que es el colectivo más afectado, sensible y vulnerable”.
Entre los ciberdelitos más preocupantes señala el llamado child grooming, en el que un adulto, normalmente un depredador sexual, contacta con un menor a través de internet para ganarse su confianza e intentar concertar una cita con fines sexuales. Otra modalidad muy frecuente es el sexting, que consiste en cesión o divulgación de una imagen de contenido sexual a través del móvil.
El principal obstáculo para frenar esta moderna forma de comisión de delitos es la dificultad de su investigación y por la sofisticación con que pueden cometerse muchos de ellos. “Contamos con legislación que puede aplicarse a ciertos casos, pero todavía queda mucho camino por recorrer y muchos medios que mejorar”. Algo que considera indispensable porque “de lo que estamos seguros es de que el número de ciberdelitos crecerá de manera exponencial como de hecho ya lo está haciendo durante los últimos años”.