CÉSAR NEBOT: “EL MONOPOLY ES EL REGGAETÓN DE LOS JUEGOS DE MESA”

Por Antonio Rentero.

MI CARA A
Nací en Barcelona, estoy felizmente casado con una murciana y soy padre de dos hijos murcianos. Soy doctor en Economía y profesor de Economía en la UMU con líneas de investigación en Macroeconomía y en Epidemiología. He desarrollado mi labor docente en otros centros como la Universidad Politécnica de Cartagena, la UCAM y la Pompeu Fabra. También colaboro como articulista en el diario La Verdad. Anteriormente estuve en el Centro Universitario de la Defensa en la Academia General del Aire de San Javier.

Newton vio más lejos porque se aupó hombros de gigantes, pero hombros, en plural, porque entre hombro y hombro está la cabeza, donde caben muchas disciplinas.

MI CARA B
Llegué a los juegos de mesa porque buscaba una alternativa de ocio y entretenimiento para mi hijo de altas capacidades, donde no hubiese pantallas. Comenzó a leer con poco más de dos años. Las pantallas pueden ser de utilidad con respecto a las habilidades cognitivas (leer, contar, aprender historia), pero resultan nefastas con respecto a las habilidades no cognitivas (gestión de la frustración, respeto de las normas, socialización, autocontrol…).

Estas habilidades se forjan al principio y son la base para el éxito de una carrera. Se aprenden desde pequeño y, por ejemplo, una familia desestructurada puede complicar el desarrollo exitoso de la educación porque no estarán bien trabajadas las habilidades no cognitivas básicas.

Estas habilidades no se forjan en el trabajo, sino en el ocio. Ya el Derecho Romano tenía una legislación sobre el ocio de los hombres libres, porque es donde comparece lo humano; mientras que el negocio (negación del ocio) era obligación del esclavo. El juego, la poesía, el arte… es ocio y solo era para hombres libres. Así que para ellos forjar las habilidades no cognitivas era muy importante.

En 2008 comencé a indagar en el apasionante mundo de los juegos de mesa, cuando mi hijo tenía seis años. Como método para que gestionase la frustración estuve meses buscando sobre todo que perdiese, para que terminase aprendiendo a disfrutar de jugar, no de ganar, y aprendiese a no vivir con negatividad la derrota. Esto implica no desarrollar ira hacia el contrincante. Le obligaba a que nos felicitase a su madre y a mí cuando le ganábamos. Y estuvimos meses sin dejarle ganar, ojo.

En casa tengo más de doscientos juegos de mesa. Cuando a un niño inteligente le ofreces juegos sobre una materia que le gusta, comienza a disfrutar de partidas en las que elabora estrategias que le impulsan a lo mejor que pueden dar de sí mismo. Cada año salen trescientos juegos de mesa nuevos, así que no será difícil encontrar varios que le atraigan y con los que se lo pase bien mientras se forja esas habilidades esenciales.

Hemos organizado talleres a los que los niños tenían que acudir acompañados de sus padres, que se marchaban profundamente emocionados porque llevaban años sin jugar con sus hijos. Añadamos el elemento de que en ese contexto son los hijos los que enseñan a los padres. Esa inversión de roles ayuda a la socialización, a la comunicación intergeneracional, a seguir las reglas, algo esencial en una sociedad donde debemos regirnos por las reglas de las que nos dotamos.

Cualquier juego puede servir para conseguir estos fines…. excepto el Monopoly. El Monopoly es el antijuego de mesa, apenas tiene estrategia, siempre va de lo mismo, es aburrido y hay docenas de ediciones diferentes del mismo juego. El Monopoly es el reggaetón de los juegos de mesa. Los juegos de mesa te ayudan a forjarte como hombre libre excepto el Monopoly, que sólo sirve para convertirte en esclavo.

Me llamo César Nebot y, aunque muchos no lo sepan, soy jugón… de juegos de mesa.


@AntonioRentero

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