PINCELADAS. Por Zacarías Cerezo.
Decía el pintor Fernand Leger (1881-1955) en su libro ‘Funciones de la pintura’, que nuestras ciudades eran demasiado aburridas porque los arquitectos no utilizaban el color en sus diseños, tanto en exterior como en interior. Pienso lo mismo, por eso me hipnotizan las vidrieras y lamento que sean tan poco frecuentes en nuestras casas, quizás porque nos parecen destinadas a instituciones o lugares de culto.
El patio nazarí del Real Casino es un caleidoscopio que recoge la luz y la reparte en reflejos de matices sutilísimos. El efecto sobre el visitante es de bienvenida, como una invitación a entrar y quedarse.
Siempre alzo la vista cuando paso por esta puerta para subir a la Sala de Arte. Los reflejos de color del vitral que la corona me predisponen a que me guste la exposición que voy a visitar y si no es así, me consuelo al bajar y volver a verlo. Es color, es vida.

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