ATENEA: GUERRERA Y SABIA

Por Carmen Guzmán Arias y Miguel E. Pérez Molina. Dres. en Filologia Clásica.
En las alturas del Patio Pompeyano del Real Casino de Murcia, centrada entre las once metopas del friso norte, por encima del relieve de la ‘Fragua de Hefaistos’ (RCMAGAZINE 53, 25), se ve la figura de Atenea Parthénos.

Es copia de una famosa representación, cuyo original era una imponente escultura crisoelefantina de 12 metros de altura y 1.140 kilos, obra de Fidias (s. V a.C.), y situada en el Partenón, el gran templo del mundo antiguo erigido en honor de Atenea. Se conserva, entre otras, una escultura en mármol del s. II d.C. en el Arqueológico de Atenas.

Los autores clásicos (Hesíodo, Teogonía 886-900) nos cuentan que Zeus devoró a su primera esposa, Metis, embarazada, por consejo de Gea y Urano: le profetizaban que, tras esta hija inteligente y fuerte, si tenía un segundo hijo, sería un varón que lo destronaría. Con la ayuda de Hefesto (o de Prometeo, según Apolodoro, Biblioteca 1.3), que le abrió la cabeza a Zeus con un hacha, surgió Atenea, adulta, completamente armada con escudo, lanza y casco. Hay representaciones de este asombroso nacimiento en ánforas áticas ya del siglo VI a.C.


Atenea ayuda a conocidos héroes en sus avatares: Odiseo, Aquiles, Jasón, Heracles, Perseo… Pero también es diosa de la inteligencia y protectora de las artes


Virgen (es lo que significa, en griego, la palabra παρθένος) y estratega guerrera son sus características y, por esto, ayuda a conocidos héroes en sus avatares (Odiseo, Aquiles, Jasón, Heracles, que le entrega las manzanas de oro, y Perseo, que le regala la cabeza de la Gorgona). Pero también es diosa de la inteligencia y protectora de las artes. Protagoniza cuadros del Renacimiento y posteriores representando alegorías neoplatónicas, como El triunfo de la Virtud de Andrea Mantegna, 1502. En Roma, invocada como Minerva, forma parte de la Tríada Capitolina (junto a Júpiter y Juno), destinataria de múltiples templos y edificios a lo largo del Imperio, como podemos contemplar en las magníficas aras del Museo del Teatro romano de Cartagena. Esta figura de la virginal diosa aparece también simétricamente en el paño sur (S6).

En el muro este (E 12) y en el norte (N2), puede observarse un relieve representando a Atenea y Posidón. Atenea compitió con el dios del mar por el dominio del Ática. El territorio sería para quien proporcionara el regalo de más valor. Posidón hizo brotar, con un golpe de su tridente sobre la roca de la Acrópolis, agua marina, y Atenea golpeó el suelo con su pie y surgió el primer olivo (Heródoto, 8.55; Apolodoro, 3.14; Ovidio, Metamorfosis 6.70; Plutarco, Vida de Temístocles 19). En tiempos de Pausanias, autor del siglo II d.C., se podía ver todavía el olivo sagrado situado en el Erecteion de la Acrópolis ateniense.

La victoria fue para la diosa, pues los jueces (los otros dioses) consideraron que el olivo era de más valor para la comunidad que el agua salada. En otra versión, citada por S. Agustín (de civitate Dei 18.9), se cuenta que los ciudadanos de Atenas votaron para decidir qué divinidad daría nombre a su ciudad: las mujeres lo hicieron por la diosa y los hombres por el dios. Por un voto más femenino venció Atenea y Posidón inundó el Ática; para calmarlo se privó a las mujeres del voto y de que los hijos llevaran nombres metronímicos (Ruiz de Elvira, Mitología Clásica 1984, 67).

En el relieve del Casino, vemos al dios del mar como es usual: desnudo, barbado y con el tridente en su mano derecha, y contrasta con la imagen de la diosa, siempre vestida y armada. El tema tuvo gran éxito iconográfico en camafeos, escultura y pintura.

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