1894, ¡Nos vamos a la feria!

ARS Casino, por Lorero López

Programa de la feria de septiembre de 1894 en forma de paleta de pintor. Fuente: Archivo Municipal de Murcia.

El día 30 de agosto se inauguraba la feria de Murcia de 1894 con la llegada a la capital de su patrona, la Virgen de la Fuensanta que, vestida de azul, entraba triunfante “despertando” la ciudad del letargo veraniego el repicar de las campanas.

¡1º de Septiembre! ¡Primer día de feria! Como sabrá ya el lector, por muchos motivos y por la diana anunciadora.

¡Bien vengas, septiembre, si vienes sin nubes, sin truenos y sin las lluvias torrenciales con que a lo mejor desbaratas todos los puestos y todos los preparativos de feria!

Los veraneantes, pocos y muy selectos, regresaban de sus residencias estivales, dando buena cuenta de ello los reporteros de la prensa.

Feria en la Plaza del Arenal y la Glorieta, 1894. Fuente: Archivo Municipal de Murcia.

La Glorieta y el Arenal se engalanaban para los festejos, ese año con la modernidad de los arcos voltaicos que iluminarían las veladas musicales, amenizadas por las bandas de música de Mirete, Espada y la Misericordia. Una rueda de caballitos del tiovivo era la única atracción infantil y, ¡cómo se divertían! 

Se disponían las casetas donde los feriantes ofrecían sus artículos, principal motivo de aquellas fiestas, reminiscencias de sus orígenes como mercado, desde que Alfonso X concedió a Murcia el 19 de mayo de 1266 una feria anual, el único momento del año en que los comerciantes traían sus variados productos. 

Yo no sé ustedes, pero mi padre mantuvo siempre esa tradición de “feriarnos” por estas fechas, primero a sus hijos y más tarde a sus nietos, y con ilusión escogíamos algún juguete, bien fuera de los puestecillos del recinto, bien de alguna de las tiendas de la ciudad. Con gracia lo decía R. Blázquez en el semanario El Bazar Murciano el 2 de septiembre de 1894.

Gracias a Dios que has pasado,

mes de Agosto, en que contagia

la fiebre de hacer viajes

a los campos y a las playas.

Mes de calor fatigoso,

mes de pereza y de holganza,

mes de inercia, en que se vive

solo pensando en el agua.

Pero ya llegó la feria;

y al compás de la guitarra

grupos de mozos alegres

van jaleando al que canta

Ya corren por esas calles

los coches y las tartanas

y se ven llenas de gentes

las fondas y las posadas…

…Y sobre todo, señores,

lo que más a mí me agrada

es la venta de estos días,

es ver la gente que gasta.

Yo me previne con tiempo,

y tengo llena mi casa

de juguetes variados

y de infinitas monadas…

…Hacerme la competencia

fuera una insigne bobada,

que sé tirar como nadie

la casa por la ventana…

…Por eso en el mes de Agosto

que va la gente a las playas,

y al mostrador nadie llega

y que con nadie se habla,

lo pasó tan aburrido….

que de llorar me dan ganas,

y lloraría de veras

a no ser por la esperanza

que viene tras de este Agosto

la feria con su algazara,

con sus músicas, sus toros,

sus luces y sus veladas.

Tradición eran también los pequeños puestos ambulantes que vendían cascaruja, jínjoles y acerolas, con los que matar la gusa durante el paseo.

Programa de la feria de septiembre de 1894 en forma de paleta de pintor. Fuente: Archivo Municipal de Murcia.

Y, como no podían faltar, dos corridas de toros, ese año de la ganadería de don Félix Gómez, lidiados por Luis Mazzantini y Emilio Torres “Bombita”. La del día 8 estuvo bien: los diestros; los picadores el Sastre, el Chato, el Inglés y Torralba; hasta el presidente tuvo buena crítica por lo acertado de sus decisiones. Aunque no faltó la anécdota: a un huertano, de la grada cubierta del sol, se le escapó un tiro de una “pistolica” que llevaba. A Dios gracias, sin consecuencias.

Pero el día 9 se desató una gran tormenta sobre la ciudad, lo que hizo suspender la corrida y acabó embarrando el recinto ferial, dándose ésta por concluida.

Los que no suspendieron fueron los grandes bailes de nuestro Casino, exitosos y lucidos, anunciados en el precioso programa que, en forma de paleta de pintor, distribuyó el Ayuntamiento de Murcia. 

Así era aquella feria de hace 130 años. Cualquier parecido, mera coincidencia.

Loreto López. Historiadora y restauradora.

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