CON UNA HARLEY LIGAS PERO CON UNA VESPA CONQUISTAS

LA CARA B. Por Antonio Rentero.
No tienes Vespa porque corre, sino por su estética, igual que vistes a diario con trajes de corte italiano, influenciado por el estilo de los años 50, porque te importa la estética.

Te mueves por la ciudad con atuendo y vehículo formando parte de un todo. No concibes otra forma de salir a la calle. En tu mente no cabe el concepto de salir de casa en chanclas y pantalón corto. Qué decir de circular sobre un scooter japonés.

El pistoneo de la Vespa te marca un ritmo pero también te ayuda (permite, obliga: tiene como consecuencia) a adoptar una postura erguida que te distingue y te coloca ante la vida con una especial dignidad. Con una Vespa no corres, paseas, y de hecho casi podría entenderse como una filosofía de vida.

“Vacaciones en Roma”, “Quadrophenia” o “Caro Diario” han convertido en icono cinematográfico universal a esta “avispa” (es lo que significa en italiano) que te remite a la Italia de los años 50/60, cuando todos los hombres acudían a trabajar, estudiar o disfrutar de su ocio vestidos con traje, chaqueta abrochada, corbata estrecha, gafas de sol de pasta negra y camisas blancas impecables en cuyos puños (¡cómo no!) lucían unos gemelos.


Con una Vespa no corres, paseas, y de hecho casi podría entenderse como una filosofía de vida


En la Murcia de los 80 también tuvimos nuestra particular Movida, una confluencia de afinidades que bullían en un torbellino vertiginoso. La fluidez y la efervescencia permitían que los grupos de amigos discurriesen con naturalidad entre distintas tribus en las que las señas de identidad quedaban constituidas por música, ropa, costumbres… y hasta por el vehículo en el que te movías. Cualquier noche en alguna fiesta o concierto podías tropezarte con alguien que vestía como tú y desde ese momento se convertía en tu mejor amigo durante décadas.

Después de haber tenido etapas experimentales como punki o siniestro llego a ser mod por la sencilla razón de que en ese estilo se concretan mis afanes estéticos e indumentarios naturales. Tanto es así que décadas después mi cotidianeidad indumentaria sigue siendo plenamente identificable con esta corriente, así como el acompañamiento de la Vespa. En algún momento he llegado a tener hasta tres. Ahora tengo sólo dos, una “antigua” (principios de los 80) y otra más moderna, con apenas un lustro. Me sirven para alternar entre el paseo relajado sobre una parte del pasado y la diaria obligación del desplazamiento urbano de índole laboral.

El paso del tiempo fue duro con la ortodoxia de las tribus. Había evoluciones, iteraciones, en las que la línea original se depuraba, se hibridaba, mutaba… generalmente propiciando nuevas castas elitistas y excluyentes (¿de qué me sonará esto?) pero todo eso ha quedado atrás.

Tenía 17 años cuando supe que necesitaba una Vespa, pero tuve que esperar a los 21 para poder comprarme una de segunda mano. De hecho fui a examinarme a bordo de ella. Era verano y en cuanto aprobé, con apenas ese resguardo que te facilitan como acreditación de haber superado la prueba, salí disparado hacia Mazarrón. Creí que no llegaba vivo. En la pista de pruebas y en las calles de la ciudad no sopla el viento como en la carretera. Y es que la Vespa no se maneja con el manillar, debes usar todo el cuerpo, acoplarte a ella, ser uno con esa sucesión de curvas metálicas y aprender un nuevo equilibrio inestable sobre esa maravillosa culona de pies pequeños.

En una Vespa puedes pasear y ver el paisaje, pero aquel día lo que vi pasar ante mis ojos fue la película de mi vida.

Me llamo Manuel Chacón y como buen mod me muevo en Vespa.


@AntonioRentero

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