Pinceladas, por Zacarías Cerezo.
«Empieza a copiar lo que amas. Copia, copia, copia, copia. Cuando acabes de copiar, te encontrarás a ti mismo».
Yohji Yamamoto/diseñador
Dice, con ironía, Wilson Mizner: “Si robas a un autor, es plagio. Si robas a cien autores, es investigación”. Es inútil buscar ser original en la práctica del arte. Basta conocer un poco la historia para comprobar que todo lo que se nos ocurra ya lo ha hecho alguien antes. Se avanza aprovechando los conocimientos precedentes que otros nos han legado, así es en todos los campos de la investigación. Y en el arte es igual: nos apoyamos, conscientemente o no, en la evolución de los que nos han precedido desde las cavernas hasta ahora.
Mi aprendizaje juvenil fue a base de copiar, a los clásicos y también a los contemporáneos en todas sus variantes. De esa manera fue como encontré mi propio lenguaje. Sin embargo, copiar está desacreditado, quizás porque se toma como plagio; estando, como está, la historia llena de ejemplos de grandes genios que imitaron, copiaron e, incluso, se apropiaron de las ideas de los demás. No olvidemos que en el arte está definido y aceptado el término “apropiacionismo” aplicado al hecho de usar una obra ajena, reelaborarla y darle un nuevo significado. Un caso palmario es el de Andy Warhol, que se apropió de la etiqueta de Sopas Campbells; o el del famoso Banksy, que no hace otra cosa más que apropiarse de obras ajenas.
Dice el teórico Austin Kleon: “Si nos liberamos de la carga de ser completamente originales, dejaremos de intentar hacer las cosas desde cero para asumir nuestras influencias en vez de huir de ellas”. Así lo han entendido a lo largo de la historia grandes artistas que copiaron o imitaron sin complejos obras ajenas. Algunos ejemplos: Giorgione, Manet y Picasso imitaron el Concierto Campestre de Tiziano; Rubens copió numerosas obras de Tiziano, también lo hizo Pousin; Goya hizo copias de obras de Velázquez; Manet copió a Murillo, Goya y Velázquez; Van Dyck a Rubens; Cezanne robó ideas a Delacroix; Van Gogh encontró tema en numerosas obras de Millet, Daumier y Monticelli; Picasso reinterpretó reiteradas veces Las Meninas de Velázquez; Saturno devorando a su hijo, de Goya, está basado en Saturno, de Rubens; Francis Bacon reinterpretó Retrato del Papa Inocencio X, de Velázquez; Olympia, de Manet, se inspira en la Venus de Urbino, de Tiziano, y así hasta decir basta.
Y por poner una nota de humor contemporáneo, el Ecce Homo, de Guido Reni, reinterpretado por un pintor llamado García Martínez en la pared de una ermita de Borja (Zaragoza), fue intervenido por Cecilia Giménez, lo cual hizo mundialmente famosa a la “restauradora” y al pueblo de Borja, asunto que ha merecido, incluso, una ópera en Las Vegas.Nota: En coherencia con lo anterior, el título y parte de este artículo es una apropiación del libro Roba como un artista, de Austin Kleon.
Interesante lo que dices ,eso es así me ha gustado lo que has dicho que si robas una vez es plagio y si robas cientos de veces es aprendizaje o influencia.todo esta dicho yhecho ,los escritores hace poco lei unlibro de creoque era noestoy segura deRosa montero que decia lo mismo que los escritores esciben cogiendo frases de otros escritores esto es asi