MIDIENDO LO INTANGIBLE LLEGÓ A LA TECNOCIENCIA

LA CARA B. Por Antonio Rentero.

«La tecnología permite cooperar en proyectos complejos estando físicamente alejados. Hace unos años el límite de participantes en un proyecto lo marcaba el número máximo de personas con las que físicamente podías interactuar, pero ahora podemos abordar proyectos más grandes y complejos, disponemos de plataformas que facilitan descubrimientos nunca antes posibles.

La sociedad agrícola avanzaba poco y despacio porque el núcleo social era pequeño y disperso. Las grandes civilizaciones generan urbes populosas capaces de abordar mayores proyectos y nuestra sociedad evoluciona con la congregación urbana, desde las ciudades-estado tardomedievales y renacentistas hasta la Ilustración y la Revolución Industrial o las megalópolis actuales.

No estamos comprendiendo el potencial de la tecnología, hemos inventado una nueva rueda que nos permite colaborar con mayor número de personas pero muchos “se pierden” con la dispersión que facilita la interacción social digital. La tecnología ayuda al humano a elevarse, como cuando una célula individual encontró a otra a la que se asoció para evolucionar hasta crear tejidos complejos y seres como nosotros.


La tecnología ayuda al humano a elevarse, como cuando una célula individual encontró a otra a la que se asoció para evolucionar 


Hemos desarrollado un punto de conexión que no necesariamente tiene que ser alternativo sino complementario, y no hacemos con él nada peor de lo que ya hiciésemos cara a cara, solo que ahora queda fijado, se difunde de manera exponencial, podemos volver a verlo en cualquier momento y podemos ser más conscientes de lo que hemos hecho o dicho.

Delegamos facultades en instrumentos que mejoran el resultado. Subcontratamos facultades según nos llegan nuevas tecnologías, y nos da miedo, nos sentimos más frágiles y dependientes de algo ajeno que en el fondo nos proyecta hacia el futuro.

No se nos atrofiaron las piernas por dejar de andar cuando se inventó el coche, ¿por qué nos va a atrofiar algo la tecnología con las relaciones sociales? Pueden surgir problemas por no haber aprendido cómo relacionarnos, pero aquí llega el examen sobre lo que hacemos, cuándo lo hacemos, cuánto lo hacemos… llega el momento de medir lo que no podemos tocar.

Medir es una forma de procesar una experiencia. Una experiencia intangible debes medirla para valorarla. Las emociones, las relaciones… no las medimos porque no teníamos hasta ahora instrumentos que nos lo permitieran. Podemos medir la interacción y conocer cómo gestionamos nuestra vida y la eficacia en la consecución de nuestros objetivos

La tecnología ha barrido el romanticismo, nuestra resistencia ante la tecnología es un resquicio de nuestro romanticismo. Tenemos miedo a perder la libertad cuando Kindle nos recomienda libros porque conoce lo que nos gusta, pero con ello seremos más felices. Si todo lo que yo mido me hace más consciente, también me hace más libre porque me permite tomar mejor mis decisiones.

Antes pensaba que la interactividad social tecnológica era una dispersión y ahora sé que es algo necesario para llevar a cabo de forma más eficiente grandes proyectos o pequeños. Necesito medir para ser más libre y más feliz y tomar mejores decisiones y si la tecnología me lo permite… Estamos acelerando la velocidad del planeta, de la Historia, con el uso de la tecnología, haciendo que el entorno evolucione en apenas años o minutos biológica, cognitiva y emocionalmente cuando antes necesitaba generaciones.

Cuando te das cuenta de que tienes que tomar decisiones y te falta información o tiempo para manejar esa información te das cuenta de que necesitabas medir datos, tus datos, los datos de lo que haces. Facebook, Google, Amazon, Netflix… tienen más datos y mejores para saber cómo estás, si quieres mejorar tu vida entrégate al Big Data y serás feliz… salvo que prefieras ser libre, aunque en este caso no te garantizo que seas feliz.

El Big Data bien entendido empieza por uno mismo: el Big Data personal. Tenemos una necesidad de medir cosas, pero hay que hacerlo con un método, un sistema y con un propósito.

Me llamo Roberto Crobu y, aunque muchos no lo sepan, soy un tecnofilósofo que mide lo intangible.»


@antoniorentero

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