DE MURCIA AL CIELO. Por Carmen Celdrán.
No sabemos a ciencia cierta cómo llegó el cristianismo a Hispania o quién fue el primer predicador en nuestras tierras. La tradición cuenta la leyenda de Santiago Apóstol que habría llegado a Cartago Nova (en otras versiones a Tarraco) para cristianizar la península. Por su parte, San Pablo manifiesta en su carta a los Romanos su intención de viajar a Hispania, citándose como la primera referencia del cristianismo en España, aunque parece más probable que la noticia de la muerte y resurrección de Jesucristo nos llegara a través de la VII Legio Gemina, la fuerza militar que, tras permanecer en Italia y Europa oriental (Panonia), fue acantonada en Hispania, dando nombre a la actual ciudad de León. En un mundo sin internet ni medios de comunicación global, una legión de soldados que habían recorrido medio mundo era el mejor medio de difusión de las noticias.
Sabemos a ciencia cierta que en los primeros años del siglo IV (quizás antes incluso de la persecución de los cristianos por parte de Diocleciano) se celebró en Granada el primer concilio cristiano de Hispania. El Concilio de Elvira, al que acudió el obispo de Lorca.
A falta de referencias textuales sobre la penetración del cristianismo en Hispania en los primeros siglos de nuestra Era, los historiadores acuden al análisis de restos arqueológicos. El estudio de las primeras construcciones cristianas puede ofrecernos información sobre el proceso de cristianización de la sociedad hispano-romana. En este contexto, la Región de Murcia tiene mucho que aportar.
A cinco kilómetros de la capital, en las faldas de la Sierra de Carrascoy se encuentran importantes restos de nuestro pasado. El valle del Segura, a partir de Alcantarilla, debía ser, en la antigüedad, un almarjal insalubre inundado por las crecidas frecuentes del Segura, infestado de mosquitos y difícilmente habitable. Es posible que en la laguna existieran pequeñas islas o zonas sobreelevadas que permitieran la edificación más o menos estable (una de las cuales dio lugar a la actual ciudad de Murcia), pero en general, sería un espacio inhóspito hasta que se construyó la Contraparada y se comenzó la roturación y el drenaje. En este contexto, las zonas adyacentes y elevadas serían la ubicación ideal tanto para las vías como para las poblaciones íberas e hispano-romanas. De hecho, se han encontrado innumerables restos tanto en la zona norte (Monteagudo) como en la “costera sur” (El Palmar, Algezares, La Alberca…).
EL YACIMIENTO SE ENCUENTRA ABANDONADO, RODEADO DE CHALETS Y AMENAZADO POR LA VORACIDAD URBANÍSTICA, NADIE SE HA OCUPADO HASTA AHORA DE INVESTIGAR SU ENTORNO
Uno de ellos puede contener la clave de la cristianización de Hispania. Rodeado de chalets y casas de recreo, en el paraje de “El llano de la mora” de la Alberca, se encontró a principios del XIX una construcción de estilo basilical con un mosaico que representaba a una mujer, dotado de tres tumbas principales y varias adyacentes. Junto a ella se encuentra una villa romana y una alberca que pudiera utilizarse para realizar el ritual del bautismo por inmersión, una estructura quizás única en España. Se trata de un martyrium, un edificio construido para acoger las reliquias de mártires en los primeros tiempos del cristianismo. Los arqueólogos lo han comparado con otros edificios similares del extranjero, llegando a la conclusión de que corresponde a los primeros años del siglo IV o finales del III, es decir, a los años 290-320 de nuestra Era; una época de la que apenas conocemos restos de edificaciones cristianas en Iberia.
El yacimiento fue localizado en 1832 al realizar obras de aterrazamiento. Fuentes y Ponte realizó los primeros estudios, describiendo el mosaico que pronto desapareció, víctima del expolio. Se creó incluso una asociación de amigos del yacimiento que no pudo impedir la desaparición de muchos restos arquitectónicos. A mediados del siglo XX, Mergelina realizó una nueva excavación que sacó a la luz diversos elementos que se custodian en el Museo Arqueológico.
Desde entonces el yacimiento se encuentra abandonado, rodeado de chalets y amenazado por la voracidad urbanística, nadie se ha ocupado hasta ahora de investigar su entorno. A fin de cuentas ¿a quién le importan los restos del pasado?, ¿de qué sirve el ejemplo de Cartagena cuyo principal recurso económico es el turismo cultural y arqueológico?.
Ahora, el Centro de Estudios del Próximo Oriente y de la Antigüedad Tardía de la Universidad de Murcia va a iniciar una campaña de excavación para estudiar el contexto del templo; la supuesta villa romana y la alberca. Los trabajos preliminares de limpieza ya han comenzado, y las prospecciones se iniciarán en septiembre. Por supuesto, sin financiación, sin ayudas, sin más fuerza que la pasión de profesores y alumnos que pasarán largas jornadas desenterrando un pedazo de nuestra historia. Porque, a fin de cuentas ¿a quién le importa?

@carmenceldran