Reciprocidad entre humanidad y medio ambiente
Salud en el Antropoceno, por Trinidad Herrero

El 8 de mayo de 2025, más de dos tercios de los 133 cardenales menores de 80 años que integran el Colegio Cardenalicio, reunidos en el cónclave, votaron como nuevo Papa a Robert Francis Prevost Martínez, cardenal agustino de la diócesis de Chiclayo y prefecto del Dicasterio de los Obispos. Con el nombre de León XIV, es el primer Papa norteamericano. Tiene doble nacionalidad, estadounidense y peruana, y orígenes españoles, como denota el apellido de su madre.
León XIV es un Papa singular. Habla varios idiomas: inglés nativo, español, francés, italiano, portugués y quechua. Lee y entiende alemán y latín. Es matemático, con un doctorado en Derecho Canónico, y comprende el mundo de la tecnología. Es un intelectual y teólogo que, desde sus inicios, decidió trabajar como misionero. Lo hizo en Chulucanas, Perú.
Con el nombre de León XIV, es el primer Papa norteamericano.
Su experiencia pastoral se caracteriza por la cercanía y, como agustino, destaca su compromiso con la caridad y con la justicia. Igualmente, al ser observador y conocedor de las problemáticas sociales, se ha implicado en la lucha racional y pacífica por las personas migrantes y por la protección de los derechos humanos; todo unido a una profunda identidad con la naturaleza, con sincera preocupación por el cambio climático. Ya antes del papado, Prevost era reconocido como un “pastor de almas” que preconizó el peligro tiránico que desencadenarían los avances tecnológicos que no pusieran al ser humano en el centro del desarrollo.
Y aquí estamos, inmersos en un desarrollo tecnológico acelerado en el que, además del consumo descontrolado de los recursos naturales, la creación a gran escala de artilugios con nuevos materiales, difíciles de eliminar, está teniendo un impacto negativo sobre la calidad de vida en la Tierra. ¿Es una nueva era? Creíamos que sí, que era el Antropoceno. Pero no. En 2024, expertos de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas rechazaron aprobar el término «Antropoceno» y, desde hace 11.700 años, tras la última edad de hielo, seguimos en el Holoceno.
Ya antes del papado, Prevost era reconocido como un “pastor de almas”
Sin embargo, la realidad es testaruda: además de residuos de pruebas nucleares, otros materiales perennes como el aluminio, el hormigón o los plásticos han invadido el planeta. Su acumulación, al alterar el ciclo del agua y destruir ecosistemas terrestres y marinos, tiene consecuencias negativas, entre otras: la acidificación de mares y océanos, la desaparición de bosques o el aumento de fenómenos meteorológicos extremos.
Algo debería cambiar. Ojalá León XIV, con un liderazgo moral universal desde el trono de San Pedro, pueda convencer a los poderosos de sus postulados de reciprocidad entre humanidad y medio ambiente.

