FLORES Y FRUTAS DE PEDRO SÁNCHEZ PICAZO, UN NUEVO CUADRO PARA EL REAL CASINO

ARS CASINO. Por Loreto López. Fotografía: Juan Cánovas.

Las paredes del Congresillo lucen, desde hace unos días y gracias a una generosa donación, una nueva obra de arte: “Bodegón de flores y frutos” de Pedro Sánchez Picazo (Balsapintada, 1863 – Murcia, 1952).

Con esta son ya dos las espléndidas obras en el Real Casino de Murcia de nuestro “pintor de las flores”, del que hablamos extensamente en el artículo del número 31 RCMAGAZINE dedicado a su “Canasto de flores”, expuesto desde 1912 en la Antesala del Salón de Baile, para admiración de todos los visitantes y orgullo de la entidad.

Nada es aleatorio en la elección de elementos que tanto éxito dieron al artista

Estas composiciones, que llamaremos bodegón por alusión a las frutas presentes, pero donde las flores, de una exuberancia generosa y llena de color, fueron en su día objeto del deseo de las familias acomodadas de Murcia. Tener un Sánchez Picazo en el salón del hogar, amén de ser un elemento decorativo sin paliativos, era un signo de estatus social al que todo murciano aspiraba.

Juega hábilmente el pintor con las luces y las sombras, lo pesado y lo etéreo, contrastando en la sencilla composición todo un arcoíris colorido de los mas cálidos tonos florales, armoniosamente elegidos, donde, como siempre, los pétalos parecen vaporosamente movidos por la brisa, frente a la solidez de la rústica cesta de mimbre o de las frutas del estío, brevas, ciruelas y tempranas uvas, precisamente seleccionadas por su gama cromática oscura y sobria. Nada es aleatorio en la elección de elementos que tanto éxito dieron al artista.

El Huerto del Conde del Valle y el Huerto Marín eran la fuente de inspiración de Sánchez Picazo

Hasta bien entrado el siglo XX, Murcia era una pequeña ciudad rodeada de huertos, donde la vegetación floral surgía a cada paso, lugares a donde dirigirse para disfrutar de las bondades de esta feraz tierra sin alejarse de la urbe. En ellos, cuando los días se hacían largos y calurosos, el murciano buscaba un respiro en la naturaleza; con el olor de rosas, jazmines y alhelíes y el rumor del agua de los brazales, a la sombra de palmeras y naranjos o bajo aquellas parras que, a modo de vegetales pérgolas, matizaban la luz de las puertas, se celebraban sencillas e informales reuniones sociales, frecuentadas incluso por los personajes más destacados del ámbito cultural de la época.

Esta donación permanente ha sido realizada por José Jodar de Padilla en recuerdo de Doña Carmen Viudes Menchón

En los límites del barrio de Santa Eulalia, la barrera ajardinada y exuberante que formaban el Huerto del Conde del Valle y el Huerto Marín eran la fuente de inspiración de Sánchez Picazo. Tal era la admiración y respeto con que contaba el pintor que, se dice, era la única persona con permiso de los propietarios para entrar libremente a ellos y recoger cuantas flores quisiera para sus cuadros. Nuestro agradecimiento también a ellos, que desinteresadamente favorecieron la grata producción de este autor.

Rememorando esa Murcia ya en el olvido, rodeada de plácidos oasis, donde poder soportar los rigores de las temperaturas estivales, disfrutemos de las delicias de estas flores y frutos que tan espléndidamente reflejó Sánchez Picazo.

‘Cesto de flores’, de Sánchez Picazo.

Juan Cánovas. Fotógrafo.
Loreto López. Restauradora.

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