PINCELADAS. Por Zacarías Cerezo.
Un edificio siempre nos habla: de sus dueños (de lo que son y de lo que quieren aparentar), de su época, del contexto social en el que se construyó y también de los artistas que lo diseñaron y adornaron. Como pintor que soy, me atraen los edificios genuinos, sus volúmenes y relieves, los juegos de luces y sombras que la luz esculpe a lo largo del día cambiando su apariencia. En viajes apresurados prefiero ver edificios a guardar cola para entrar a museos. Muchas de mis pinturas recogen arquitecturas que definen las ciudades que visito.
La fachada del Real Casino está habitada por multitud de personajes, es como la de la Catedral -permítaseme- pero en laico. Este personaje con pinta de fauno, aunque pétreo nos mira con descaro desde la balaustrada del balcón de la Sala Alta. Muchas veces durante mis exposiciones he intentado verlo, pero es arriesgado y –obviamente- se ve al revés. No obstante, el pintor tiene otros recursos y ha logrado hacerle un retrato.