El Real Casino de Murcia rinde homenaje al pintor Luis Pérez Espinosa, fallecido el pasado verano, con una exposición retrospectiva de su obra
Por Concha Alcántara.
Un pintor nunca muere. Sus obras siguen hablado por él y se convierten en una extensión de su propia vida. Lo que vivió, sintió y pensó el pintor Luis Pérez Espinosa, fallecido el pasado mes de julio, estará reflejado en la exposición retrospectiva de homenaje que el Real Casino de Murcia acogerá del 24 de marzo al 12 de abril. “Yo veo a Luis en sus cuadros”, señala Angeles Ruiz Abascal, su viuda, que ha seleccionado una veintena de obras entre las de su colección privada, las más emblemáticas de sus exposiciones de Baltimore, Madrid o Barcelona, y aquellas más representativas de su estilo, el emocionismo.
“Su lado artístico es una parte de él, no es algo separado sino una manifestación más como su voz o su carácter. Es un reflejo fiel de su forma de ser”, subraya. Es decir, que muestra “el optimismo, la valentía, a veces la rabia, a veces la oscuridad… Era una persona muy intensa que no dejaba indiferente a nadie y así es su obra”, asegura, añadiendo que en esta muestra va a incluir “cuadros que no ha visto nadie”.
De su evolución a lo largo de los años ha sido una espectadora privilegiada. “Yo he vivido las dos partes y lo he visto reflejarse mucho en su obra. Cada cuadro mostraba el momento exacto que estaba viviendo”. En esa trayectoria que comenzó con el paisaje como único protagonista fue incorporando poco a poco la figura humana, sobre todo niños y mujeres, que casi siempre esbozaba de espaldas al espectador contemplando el entorno, una licencia con tintes del romanticismo que recuerda a Friedrick. “Él siempre decía que el espectador formaba parte de sus cuadros, que eran las figuras de sus obras”.
«El emocionismo es pintar desde dentro. Yo me saco la luz de dentro mientras los impresionistas plasmaban un momento de lo exterior»
Sus creaciones, la mayoría de gran tamaño, son una explosión de color, de profundas e intensas pinceladas en verdes, azules, rojos o amarillos cargados de referencias a los impresionistas como Van Gogh o Renoir, aunque él remarcara que su estilo es el emocionismo, en el que emplea una técnica cercana a los impresionistas pero con una finalidad completamente opuesta. “El emocionismo es pintar desde dentro. Yo me saco la luz de dentro mientras los impresionistas plasmaban un momento de lo exterior”.
Los cuadros irán acompañados de citas, esas con las que Luis sentenciaba, describía y estremecía a partes iguales. “Son frases que lo definen. En vez de hablar de él, que sean sus propias palabras las que expresen cómo veía la pintura y el arte”, explica Ángeles. Además, la exposición incluirá un gran álbum con fotos para facilitar una aproximación más personal del espectador a su vida. “La pintura era una medicina para Luis. Tenía la capacidad de poder expresar por medio de su pintura sus sentimientos, su visión de la vida. Convertía el mundo de forma que lo pudiera digerir”.
Fue pionero en muchas cosas: en sacar el arte a la calle con su primera exposición itinerante o en romper con el formalismo de una sala de arte y trasformarla en un escenario ideal para la contemplación de su obra. Algo que no siempre se entendió bien. “Él me decía: yo quiero que mi obra se vea. ¿Quién dice que eso no se puede hacer?”, señala.
Asegura su mujer que su legado artístico la reconforta. “Me gusta tener obra suya pero también es una satisfacción que los demás la disfruten, que puedan obtener felicidad o alegría de ella”. El mismo pintor explicaba que “cada cuadro es una carta de amor escrita con color. Son un aviso de que el tiempo es cada vez más valioso. Esto que estamos viviendo ahora mismo no se vuelve a repetir más. Cada minuto es platino”.
‘Fin’ fue su última exposición en el Real Casino de Murcia, que tuvo que concluir de forma abrupta cuando le comunicaron que debían operarlo con urgencia. “Quizás en su subconsciente lo sabía”, señala Ángeles. “Lo vivimos juntos. No tenía miedo a la muerte. Él estaba absolutamente convencido de que había una trascendencia”. Su obra es una muestra de ello. “Color, color y color para evitar que nos dañe el negro de la vida”, subrayaba el pintor.
UNA ENTREVISTA INOLVIDABLE
Hay entrevistas que son especiales. Lo notas en el ambiente que se crea, en lo que se cuenta, en lo que se calla, en lo que se trasmite sin palabras. Se crea algo mágico. Pasa de manera inesperada, escasa, y, a menudo, de la forma más sencilla. Uno de esos momentos lo viví con Luis Pérez Espinosa. Fue una tarde del pasado mes de junio, en la Sala Alta. Nos acompañaba la poetisa Magdalena Sánchez Blesa mientras lo entrevistaba para el artículo sobre la última exposición que realizó y a la que puso como título ‘Fin’. Estremece recordarlo. Luis habló con el alma, de forma dura y honesta, bella y desgarrada, con una sinceridad cada vez más difícil de encontrar. Aquella charla finalizó con un espontaneo recital de Magdalena que hizo que se nos empañaran los ojos. Me fui de allí sintiendo que había sido un momento único y queriendo trasladar eso al artículo que tenía que escribir. Comenzaba de esta forma: “Lo explica muy claramente Luis Pérez Espinosa en el inesperado jardín que ha creado para enmarcar su obra en la Sala Alta del Real Casino de Murcia. Sentado en uno de los bancos de madera, salpicada de parterres de flores la estancia, y después de ofrecer un helado de chocolate a los visitantes, se sume en una intensa conversación sobre pintura y vida salpicada de frases lapidarias y llenas de sentido”. El resto lo pueden releer en el número 30 de RCMAGAZINE. Es conmovedor. Cuando una persona es honesta, valiente, llama a las cosas por su nombre y dice lo que de verdad siente, tiene la capacidad de despojar al que tiene en frente de cualquier impostura y, en ocasiones, de mostrar lo más esencial de la vida. Eso conseguía Luis. En la vida y en el arte. Su mayor legado es su obra pictórica, colorista, vital, intensa, pero los que tuvimos la suerte de compartir conversaciones con él tampoco olvidaremos sus palabras y su honestidad. Su muerte, un mes después, nos dejó consternados, dolidos, incluso indignados. No sé si conseguí recrear la magia de aquella entrevista en mi artículo pero su recuerdo aún permanece muy presente en mi memoria y es uno delos más especiales que he tenido la oportunidad de vivir en esta casa. Gracias Luis.