Del fin romano-visigodo al inicio del Islam en el sureste peninsular

Huellas de nuestra pasado, por Joaquín Pérez Egea

Abd al-Rahman II, fundador de Murcia. Estatua en la ciudad.

Hoy contamos con la participación en “huellas de nuestro pasado” de María Martínez, catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Murcia y especialista en este periodo histórico en Murcia.

Los visigodos logran unificar la Península Ibérica en el siglo VII.

Sisebuto y Suintila conquistaron la Cartagena bizantina y la destruyeron completamente, lo que supuso el fin de la gran ciudad romana que fue. Los visigodos crearon la idea unitaria de España, que fue el fundamento ideológico reinventado por los reinos cristianos medievales. Los reyes visigodos buscaron la unidad religiosa, con la conversión de Recaredo en 587; la jurídica, con la publicación del Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo de Recesvinto en 654; y la política, con el Reino de Toledo.

Los cartageneros San Leandro y San Isidoro fueron figuras relevantes.

La obra de San Isidoro se fundamenta en el saber clásico y en el IV Concilio de Toledo, en 633, fue el creador de una teoría del poder en defensa de un trono estable, propugnando la sucesión hereditaria que, si bien rechazaba a los reyes tiranos, restringía el acceso a la realeza. La nobleza excluida no aceptó y se rebeló.

Los visigodos crearon la idea unitaria de España, que fue el fundamento ideológico reinventado por los reinos cristianos medievales.

¿Cuáles fueron las causas de su declive? 

La inestabilidad del trono visigodo fue una constante y el poder central dejó de ser una fuerza aglutinadora del territorio y de las gens gotorum (fusionadas con la sociedad romana) lo que generó disgregación y descentralización del poder. A final del siglo VII se declaró una guerra civil entre el rey electo Rodrigo y el clan de Witiza, que favoreció el fin del Reino de Toledo.

La rápida conquista musulmana acabó con este reino.

Es una conquista bereber dirigida por una cúpula árabe. El Islam es universalista y su proyección expansiva lo impulsó al occidente europeo. En 711 encontraron en la Península Ibérica división política, colaboracionismo judío y una gran fragmentación del poder visigodo, lo que facilitó su rápido avance, hasta que fueron frenados en la batalla de Covadonga en 722 y en la de Poitiers, en 732.

Sello concejil de Murcia (1374), refleja la impronta de la que fue una medina islámica.

¿Cómo se materializó la conquista en el sureste peninsular?

Fue una conquista pactada, sin lucha: en abril de 713 se firmó el Pacto de Tudmir, entre Abd al-Aziz, hijo de Musa, gobernador del norte de África, y el noble visigodo Teodomiro. Es un modelo de pacto que permite comprender los términos del dominio musulmán, en condiciones de superioridad como vencedor, pero admitiendo condiciones favorables para la élite hispano-visigoda, que muy pronto emparentó con los musulmanes. Se crea así la Cora (provincia) de Tudmir.

¿Cómo fue el asentamiento musulmán?

Les interesaban las tierras llanas y fértiles, con buen clima. Trasladaron a la península sus enfrentamientos, entre los kaisíes del norte de Arabia y los yemeníes del sur, y entre los árabes y los bereberes. Éstos se rebelaron en 741 porque en el reparto de tierras les asignaron las montañas y los secanos, mientras los árabes disfrutaban de las vegas y regadíos. Para reprimir la revuelta, el califa de Damasco envió un ejército encabezado por sirios, que acabó estableciéndose en la península.

El Islam es universalista y su proyección expansiva lo impulsó al occidente europeo.

¿Qué implicación tuvo esta rebelión en la Cora de Tudmir?

Tras reprimir la rebelión, los gobernadores árabes, para reducir el peligro que suponían las tropas recién llegadas, las dispersaron y asignaron tierras a cambio de prestar ayuda militar. El yund de Egipto llegó así al valle del Segura y los egipcios lo compararon con el valle del Nilo y se establecieron en él.

Poco después, en 756, se instauró el emirato omeya de Córdoba.

Este nuevo orden político en Al-Ándalus no redujo los conflictos entre árabes y bereberes y se sumó un nuevo problema: la progresiva islamización de la población redujo el colectivo de dimmíes (cristianos y judíos que pagaban impuestos), y se impusieron nuevos tributos a los musulmanes, en contra de lo prescrito por la ley. En la Cora de Tudmir se refugiaron dignatarios rebeldes a los omeyas y hubo revueltas de muladíes (ex cristianos) reacios al poder centralizador del emirato.

¿Cuándo se creó la ciudad de Murcia?

El emir omeya Abd al-Rahman II, en el siglo IX, para cohesionar territorio y sociedad y consolidar un estado centralizado, decidió eliminar los focos rebeldes y se sirvió de las antiguas y nuevas ciudades para arabizar e islamizar. Según Al-Udri, el 25 de junio del año 825 se fundó ex novo la medina de Mursiya como capital de la cora para centralizar el control militar y tributario de todo el territorio. 

Cruz visigoda de Begastri, Cehegin.

¿Cómo se desarrolló este proceso de arabización?

Abd al-Rahman II orientalizó la corte de Córdoba y estas costumbres irradiaron a las medinas del emirato, donde convenía ser musulmán, por motivos fiscales y administrativos, de ascenso social y militar. El árabe puro clásico, solo lo conocían bien los cronistas, los bereberes hablaban un dialecto y la población hispano-visigoda un latín vulgar que derivó en el romance andalusí. En el ámbito rural, conformado por una red de alquerías, se mantuvo un colectivo cristiano disperso, arabizado, pero no converso al islam tempranamente.

Abd al-Rahman II orientalizó la corte de Córdoba y estas costumbres irradiaron a las medinas del emirato, donde convenía ser musulmán

¿Qué pueden visitar nuestros lectores para profundizar en este periodo histórico?

El Museo de Santa Clara la Real es una maravilla y el conocimiento de la Murcia andalusí se ha ampliado mucho gracias a la labor de D. José Ballesta: se ha delimitado y señalizado con códigos QR el perímetro amurallado de la medina andalusí, se ha inaugurado el Centro de Interpretación Madinat Mursiya, en Santa Eulalia, el complejo de Monteagudo y el yacimiento de San Esteban continúan en excavación y se va a “musealizar” un tramo de muralla en la calle Sagasta. Todos los museos de la región tienen restos islámicos y los castillos son muy interesantes, aunque la mayoría fueron castellanizados.

¿Y del reino visigodo?

Conservamos escasísimos restos materiales visigodos, pero ha quedado una preciosa cruz latina en Begastri. Se puede visitar este yacimiento y el Museo de Cehegín y también el Tolmo de Minateda, en Hellín.

María Martínez cuenta con 40 años de docencia en la UMU. Ha publicado una docena de libros y casi un centenar de artículos, entre los que destaca La Murcia andalusí. Vida cotidiana (711-1243), obra poco conocida porque se editó en Helsinki. Actualmente, es subdirectora de la Cátedra Pérez-Reverte.

Joaquín Pérez Egea.

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