EL CASINO DE MURCIA Y LA SUPRESIÓN DE LA UNIVERSIDAD EN 1929

Por Manuel Acosta Echeverría y Manuel Ramón García-Garre (Museo “José Loustau”, Universidad de Murcia)

La Universidad de Murcia en su sede del Barrio del Carmen 1916-1935)

En el devenir histórico de una ciudad se producen acontecimientos que determinan, a veces, una reacción por parte de sus habitantes e instituciones. En esta ocasión, queremos recordar aquellas circunstancias de 1929 en las que el Casino de Murcia, junto con otras instituciones, manifestó su apoyo a la Universidad de Murcia.

El final de la segunda década del siglo XX coincide con el agotamiento en las reformas políticas y económicas introducidas por el Directorio del general Primo de Rivera que llevan a reducir gastos mediante la supresión de algunas universidades pequeñas, entre ellas la de Murcia. En el Consejo de Ministros de 28 de enero de 1929 se toma una drástica decisión que aparece reflejada en la Gaceta de 5 de febrero: La Universidad de Murcia se suprimiría, aunque a efectos de 30 de septiembre, para evitar trastornos a los alumnos que ya estaban matriculados.

No obstante, los rumores y avisos que llegaban desde la Corte hacen que antes, incluso, de que se publique el Real Decreto, se produzca una reacción en la opinión pública. Los periódicos más destacados de la época como El Liberal, Levante Agrario o La Verdad se hacen eco del malestar de la sociedad. Hay manifestaciones, cierre de comercios y espectáculos.

En este contexto, don Rogelio Manresa como Presidente del Casino de Murcia, se adelanta el 30 de enero enviando una carta al Presidente del Consejo de Ministros para expresarle la consternación que en su institución producía la supresión del primer centro docente de Murcia. Su expresión transcrita dice:

“Esta sociedad integrada por lo más selecto de la intelectualidad y riqueza de Murcia suplica a VE. que respetuosamente evite con el omnímodo poder que con todo acierto y patriotismo ejerce el enorme perjuicio que la supresión de esta Universidad produciría a esta región sin beneficio alguno para el Estado puesto que se fundó, se construyó y se costea con sus propios medios realizando una labor cultural enorme siendo por tanto más digna de protección que de ser destruida. Le saluda respetuosamente.- El presidente del Casino, Rogelio Manresa”.

Retrato de José Loustau.

Una vez publicada la “sentencia” para la Universidad, dentro de ella continúan las protestas hasta el punto de que el rector, don José Loustau, presenta su dimisión al Ministro de Instrucción Pública. Esta se acepta el 27 de abril de 1929 y, a continuación, se nombra nuevo rector a don Recaredo Fernández de Velasco, catedrático de la Facultad de Derecho. La dimisión de Loustau supuso una gran tristeza para la Universidad ya que era una pieza clave en ella y su funcionamiento no se entendía sin su presencia.

A pesar de todos estos avatares, la vida universitaria continúa y da ocasión a que se publique uno de los documentos más importantes e interesantes de la historia de la institución. Se trata de la “Crónica de la Universidad de Murcia” que refleja toda la actividad realizada por la Universidad desde su fundación (1915-1929). Muestra que en una década se había hecho un enorme esfuerzo para dotar de contenido y medios materiales a este incipiente organismo docente, aportando numerosos datos económicos, sociales y de rendimiento científico para contrarrestar los posibles argumentos de los partidarios de la supresión.

Quizá estos argumentos propiciaron la publicación de una Real Orden el 21 de septiembre, concediendo una prórroga en el funcionamiento de la Universidad, lo que lleva al periódico El Liberal a hablar de “un rayo de esperanza”. No mucho tiempo después se produce la caída del gobierno de Primo de Rivera (enero de 1930) y vuelven a alimentarse los anhelos por recuperar la institución que se había perdido.

Precisamente, aprovechando esta situación ambigua se decide organizar un homenaje a la figura del rector Loustau. La Asociación de Estudiantes de Comercio promueve una fiesta y la Federación Murciana de Estudiantes propone que se otorgue al rector dimitido la medalla de oro como presidente honorario de esta asociación. La adquisición del galardón se costea por suscripción popular y puede verse cómo distintos colectivos participan, incluido el Casino de Murcia. Finalmente, el acto tuvo lugar el día 30 de marzo de 1930, en el Teatro Romea con gran baile de sociedad organizado posteriormente en los salones del Casino.

La celebración fue solemne y emotiva, con discurso de Pérez de Ayala e imposición de la medalla. Loustau pronunció unas breves palabras de agradecimiento y termina diciendo “Sólo os diré que así como hasta hoy he lucido con orgullo y creo que con dignidad la insignia de catedrático de la Universidad española, de hoy en adelante luciré no con mas orgullo pero si con mas satisfacción esta medalla que acaban de imponerme los estudiantes”.

No mucho después, el nuevo Gobierno del general Berenguer toma la decisión más anhelada. Se confirma lo que todo el mundo rumoreaba ya que desde varios días antes la noticia corría por Murcia. El 5 de abril de 1930, El Liberal dice: “El Rey ha firmado esta mañana los decretos nombrando Rector y Vicerrector de la Universidad de Murcia”. Concretamente decían:

“El Rey firmó esta mañana los siguientes decretos de Instrucción: Admitiendo la dimisión al Rector de la Universidad de Murcia don Recadero Fernández de Velasco, y nombrando para sustituirle a don José Loustau y Gómez de Membrillera. Admitiendo la dimisión del vicerrector de la Universidad de Murcia don José Viñas Mey, y nombrando para sustituirle a don Laureano Sánchez Gallego.”

Terminaba así el período de un año y unos pocos meses más, marcado por la incertidumbre en la vida murciana, empezando una nueva década que aún sería más convulsa. Cabe pensar, desde la perspectiva actual, en las actitudes y conductas de profesores que veían peligrar sus destinos, pensando en el traslado forzoso, estudiantes con carreras a punto de truncarse o en familias y comercios cuya subsistencia dependía de la Universidad. ¡Cuántas tertulias y comentarios tendrían lugar en este Real Casino!

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