LA MITOLOGÍA GRECOLATINA EN LA ESCALINATA DE ACCESO AL CASINO

MITOLOGÍAS. Por Rosario Guarino Ortega.

La escalinata que nos recibe en el Real Casino está recorrida por placas rectangulares de mármol blanco incrustadas a manera de metopas en el artesonado de madera que reproduce hojas de acanto y telamones, donde son visibles escenas de seres híbridos de la mitología: centauros, centauresas y sátiros, que, junto a las y ménades, acostumbran a representar la lujuria y el desenfreno.

Aunque mucho menos frecuentes que sus congéneres masculinos, las centauresas tienen también su presencia en el arte desde la Antigüedad. Filóstrato el Viejo habla de ellas con admiración en su obra Imagines (Εἰκόνες), y las vemos en mosaicos, como el conservado en el Museo del Bardo, donde flanquean una coronación de Venus.

En una de las metopas (figura 1) una centauresa con largos cabellos ondeando al viento porta el tirso a manera de ménade (nombre que reciben también las bacantes por la palabra griega que alude a su estado de enajenación durante los ritos de las bacanales), y acompaña a un centauro que sostiene en las manos una siringa, en una escena armoniosa exenta de violencia.

Figura 1.

Ovidio en Metamorfosis XII 393-428 nos habla del centauro Cílaro -a quien, según dice, muchas de su raza pretendieron. Este centauro ama y es correspondido (par amor est illis) por la centauresa Hilónome, con quien recorre los montes y desciende a las grutas y con quien recibirá la muerte en las nefastas bodas de Pirítoo e Hipodamía. Nada en la escena presente parece presagiar tan desastroso fin, pero otra de las metopas (figura 2) añade elementos que expresan abiertamente la violencia: una mujer a lomos de un centauro que tañe la cítara, porta el tirso en la mano izquierda como hacía la centauresa, mientras de la derecha se derrama el vino de la copa que sostiene. Delante, otro centauro lucha por la posesión de una mujer con un sátiro que aparece en pie en el extremo izquierdo.

Figura 2.

Cuenta el mito que en las bodas del lapita Pirítoo -hijo también de Ixíon, y por tanto hermanastro de los nubígenas centauros- estos, dominados por la embriaguez, raptan a la novia y se enzarzan en una lucha cruentísima en la que finalmente resultan vencidos. Así se representó en las metopas del lado sur del Partenón en la Acrópolis de Atenas, donde se han interpretado como la oposición entre el orden y el caos, el ser humano y la bestia, simbolizando la primera parte de estas dicotomías a Occidente, la civilización, con Grecia como referente, y la segunda a Oriente, en concreto a Persia, como paradigma de la barbarie, pues el Partenón fue erigido en el s. V a. C. por mandato de Pericles en conmemoración de la victoria de Grecia sobre los persas. Aunque en la imagen mencionada no aparece un hombre, sino que se trata de otro ser híbrido, un fauno o sátiro, la representación de rapto de mujeres por centauros nos trae inevitablemente al pensamiento el célebre enfrentamiento referido.

Figura 3.

En una tercera representación (figura 3) de nuevo un sátiro trata de dominar a una centauresa ménade que apoya sobre su brazo derecho una cornucopia, símbolo de la abundancia que se acostumbra a relacionar con la diosa Deméter. Como las ménades, el sátiro se vincula con el dios del vino, Dioniso o Baco, Líber para los romanos, el que desinhibe y libera los instintos con la ingesta del jugo de la vid.

A disfrutar de los placeres del vino -moderadamente- parece invitarse, así, a través de la iconografía, a quienes acceden al recinto.


Charo Guarino.

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