FÁBRICAS DE SUEÑOS CON CONTRASTE MENTAL

SALUD EN EL ANTROPOCENO. Por María Trinidad Herrero.

La felicidad depende de nuestra actitud. La felicidad total, absoluta y permanente no existe. Lo que sí vivimos son momentos subjetivos de felicidad, ya que la felicidad es un estado emocional de bienestar, con sentimientos positivos de autorrealización y de satisfacción física, psíquica y espiritual.

Cada persona piensa y habla consigo misma continuamente, es la introspección. Observamos nuestros estados de ánimo, nuestra conciencia y reflexionamos sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida de relación. Cada día creamos más de 50.000 pensamientos. Esa capacidad de pensar, de idear y de idearse es un poder inmenso del ser humano, pero que se puede utilizar en positivo o puede tener consecuencias negativas.

Hay que ser realistas, hay que crear sueños positivos dentro de las posibilidades del momento, en el espacio y en el tiempo

El cerebro humano es tan potente que se equipara a una factoría de sueños. Con nuestra imaginación podemos fabricar los sueños que queramos y desplazarnos mentalmente al mundo que queramos. Por tanto, nos sentiremos mejor o peor dependiendo de nuestra actitud. Una actitud pesimista, con sueños de perdedor o perdedora, revierte negativamente en el bienestar de la persona; por el contrario, crear sueños de vencedor o vencedora provoca sensaciones de bienestar, que se retroalimentan con el entusiasmo. Sin embargo, no se trata de ser utópicos. Hay que ser realistas, hay que crear sueños positivos dentro de las posibilidades del momento, en el espacio y en el tiempo.

Se ha demostrado que las personas que viven la vida en positivo, con actitudes optimistas y sin buscar excusas, disfrutan una vida más feliz, consiguen solucionar sus problemas de forma más eficiente y tiene consecuencias positivas para la salud desarrollando menos enfermedades. En una serie de pacientes, estudiados durante 12 años, se ha demostrado que sentirse feliz durante la vida, y tener una actitud con energía positiva, mejora la calidad de vida y disminuye la posibilidad de desarrollar deterioro cognitivo.

El pensamiento positivo y la autoconfianza son disposiciones mentales necesarias para no rendirse ante circunstancias externas adversas. El pensamiento positivo no implica que haya que negar ni la realidad ni los problemas. Se trata de aceptarlos y verlos como oportunidades. Hay que aprender que después de un fracaso siempre hay más oportunidades ya que, si se aprende bien la lección y las causas de esa situación, se pueden abordar soluciones partiendo de esas experiencias. No obstante, hay que adelantarse al fracaso y, además de tener un espíritu optimista, hay que desarrollar también una actitud realista planteando objetivos que sean factibles.

Para potenciar el pensamiento positivo hay una serie de pautas que al principio exigen esfuerzo, pero que después se convierten en hábitos y las costumbres son fáciles de seguir. Así, se debe centrar la atención en los aspectos positivos. Hay que conocer los aspectos negativos, pero no obsesionarse con ellos. No debe negarse la realidad, pero no se puede sucumbir ante los acontecimientos negativos y dejarse llevar por ellos. Nuestros sueños deben ser diseñados con energía, sensatez y en un ambiente realizable. Por ello, es importante que los sueños que fabricamos cada día, los tamicemos con el “contraste mental”. El proceso ideal sería: idear nuestros deseos y soñar que se hacen realidad, pero para no frustrarse, inmediatamente se debe ser realista y enumerar y visualizar las dificultades y trabas probables, pensar cuáles se pueden superar y cuáles no. Por tanto, debe prevalecer la cordura, sin obsesionarse ni querer alcanzar metas irrealizables.

Como la imaginación no tiene fronteras y sin despegar los pies del suelo, siempre podemos situarnos en paraísos mentales sin tener necesidad de viajar. Y no olvidar que, como ya dijera Benjamin Franklin: “La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”.

María Trinidad Herrero.

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