Entrevista a Ginés Aniorte: “No pasan los años, pasan los sueños”

MÁGICAS PALABRAS. Por Consuelo Mengual.

Angelina (Renacimiento Sevilla, 2022), de Ginés Aniorte, se puede leer como una aproximación a De profundis (1905), de Oscar Wilde. A ambos textos, siendo tan diferentes en su contenido, sin embargo los une el género epistolar, casi poético, y la manera bella, reflexiva, conmovedora y empática de utilizar las palabras para salir de la prisión interna de los sentimientos que emanan de situaciones impropias e injustas. Sendas cartas pueden leerse como una vía de liberación, como una forma de entrar en contacto con el alma para perdonar y liberarse.

Ginés Aniorte. Fotografía de Juan Ballester

¿El dolor sobrepasa toda comprensión? Curiosamente, Oscar Wilde medía el tiempo con dolor.

Sí, así es; el tiempo bien podría medirse con dolor, pero también con simples deseos insatisfechos. En la infelicidad el tiempo parece que contradijera las leyes de la física y discurriese con más lentitud. Y esto me trae a la mente aquello que los físicos llaman “el horizonte de sucesos”, el tiempo se detiene. Cuando se es feliz no tenemos conciencia del fluir de los días, por eso la juventud –sobre la que aún no se cargan importantes contrariedades– pasa inadvertidamente. En uno de mis libros digo que he adoptado la ilusión como única medida de tiempo; no pasan los años, pasan los sueños.

¿Es el engaño una manera de redimirse?

Si a mirar el mundo a través de un cristal que transforma la realidad le llamamos engaño, entonces sí. Falsear los caminos por los que transitamos nos impulsa a soñar. Vivimos en un mundo inhóspito en el que los seres racionales nos vemos obligados a distorsionarlo para volverlo habitable. La ficción suple las mermas de la vida; por eso es tan importante leer. 

“El pasado es el monarca que ha de reinar sobre lo que está por venir”. Como Wilde, Ud. narra el pasado desde su presente.

Dijo alguien que lo acontecido una sola vez en el tiempo se repite sin tregua en la eternidad. Estamos hechos de pasado, de memoria; sin el pasado no seríamos nada y, sin embargo, hay personas que repudian el ayer como si eso fuera posible y como si eso los hiciera mejores o les ayudara a crecer. Creen que, al enterrar el pasado, este desaparece; nada más lejos de la realidad. Somos el resultado de lo que hemos vivido y más nos vale aceptarlo y aprender a convivir con ello.

¿Es la memoria una verdad prestada?

Desde luego que sí, aunque cabría decir que todas las verdades nos son prestadas. En el fondo la verdad es siempre un proceso en construcción; lo que hoy es cierto mañana se convierte en una falacia, en un sueño incumplido, en una trampa mortal. No es del todo cierto aquello que decía Montaigne de que el camino de la verdad es uno y simple.

Las manchas de nuestra familia son también nuestras manchas. Para Oscar Wilde la culpa es una muestra de nuestra identidad.

Yo solo me siento culpable de aquello de lo que me siento responsable, pero es cierto que arrastramos con nosotros la memoria como el preso arrastra sus cadenas. Somos la suma de todas las vivencias, pero también de los actos a los que hemos asistido, aunque solo lo hayamos hecho como meros espectadores. Luego, no hay alma inmaculada porque nuestros errores y los errores de los nuestros nos persiguen de por vida.

Existió la costumbre de sobrinos que vivían con sus tíos como si fueran sus hijos. 

Parece ser que era una costumbre, pero ninguno de mis amigos se vieron en esta situación. Sin embargo, en mi familia paterna sí se repitió este hecho y de alguna forma se normalizó. Solo el paso del tiempo viene a hacernos comprender que tal gestión es absolutamente ilícita y contra natura.

¿Se canta lo que se pierde? Ud., a su hermana Angelina y Oscar Wilde, a Bossie.

Eso ya lo dijo Machado. En realidad, lo que no se pierde no merece ser cantado; es una manera de recobrar y fijar en el tiempo al menos la sombra de lo que una vez fuimos. Cuando cantamos lo que hemos perdido de alguna forma le devolvemos la vida. Ese es el objetivo de la elegía, tal vez la meta del arte.

“No estamos vivos mientras respiramos, estamos vivos mientras recordamos”

Nos sugiere la invención como una fuente del sufrimiento. En De profundis el sufrimiento se ve como una conciencia de existir ¿Siempre nos acompaña la pena?

Muchas veces sufrimos por cosas que aún no han ocurrido. Es el miedo a que se cumplan nuestros temores lo que nos hace adelantarnos al suceso. Seguramente el que sufre vive con más conciencia, pero esto no quiere decir que tengamos que perseguir el dolor porque este ya viene sin que lo busquemos. Siempre he pensado que la felicidad es sinónimo de inconsciencia, de ahí que los inconscientes sean más dichosos.

¿Cree que “cada uno entiende a su modo y acopla la realidad a sus ideas”? Recordemos la incomprensión que la sociedad tuvo con Oscar Wilde.

Precisamente vivimos en un momento –aunque quizá siempre fue así– en que transformamos a nuestra conveniencia lo que sucede en torno nuestro. Se ve más claro en la política. Los periódicos, las emisoras de radio y las cadenas de televisión ofrecen la actualidad desde una perspectiva muy particular y a ellos nos sumamos en función de nuestras creencias, de nuestra ideología. Queremos que los medios de comunicación sean el eco de lo que pensamos y por tanto leemos y escuchamos solo lo que queremos leer y escuchar. Un periódico, por ejemplo, que fuese absolutamente neutral en lo concerniente a la información política no tendría lectores. Hoy la verdad importa poco. En cualquier caso, la sociedad que no supo comprender a Wilde era una sociedad enferma, como lo sigue siendo ahora esa gente incapaz de empatizar y ponerse en la piel del prójimo, esa gente que quiere imponer a los demás su modo de vida, como si el mundo pudiera verse desde un solo ángulo.

¿Es difícil perdonar los propios errores? Ambos textos epistolares implican una forma de perdón.

Qué complicado es esto del perdón. No es tan fácil, ni siquiera cuando las faltas las hemos cometido nosotros. Con los errores tenemos que aprender a convivir, al igual que hacemos con el pasado. Creo que era Borges el que también decía que el olvido es la única venganza y el único perdón. Ha de llegar el día en que perdonaremos todo.

Cuando se pierde el entendimiento, ¿embrutece el hombre?

No solo embrutece, sino que se anula como persona. Si bien la tolerancia al dolor –físico o moral– parece ser que es subjetiva, cada cual tiene un límite, un umbral a partir del cual se hace insoportable. El dolor sin mesura nos enajena, nos trastorna y nos hace perder la prudencia y la sensatez; nos vuelve animales sin raciocinio.

Parece que “los muertos mueren cuando mueren los que los recuerdan”.

La memoria es fuente de vida. Cuando yo muera, conmigo morirán mis muertos, pero también todos los hechos propios y ajenos. Por eso es tan importante conservar la memoria. La vida, más que presente, es la herencia del pasado y la presión que ese pasado ejerce en nuestros días de ahora. No estamos vivos mientras respiramos, estamos vivos mientras recordamos.

“Me di cuenta de que la vida era una tragedia asquerosa y horrible” (Oscar Wilde).

Escribir es una catarsis, una manera de sanar a través de las palabras. El dolor se emulsiona, se transforma hasta convertirse en belleza por el efecto de la literatura. Porque, al fin y al cabo, a mí la literatura me salva ¿No es la salvación lo que cada uno busca según sus posibilidades?

Consuelo Mengual @Aladas_Palabras
6 comentarios en «Entrevista a Ginés Aniorte: “No pasan los años, pasan los sueños”»
  1. Magnífica entrevista. Nivel cultísimo del entrevistado. Engrandece el alma leer sensateces y bellezas ; y no sandeces embrutecidas.

  2. Un gran entrevista,cómo siempre Consuelo Mengual una gran profesional y Gines Aniorte un escritor y poeta grande como tal y también como persona ,agradecida de tenerlos a ambos en mi vida

      • Impresionante la entrevista , tanto en las acertadas preguntas de Consuelo, como en las sabias respuestas de Gines. Este magnífico escritor nos das las claves de su filosofía de vida y de su escritura. Enhorabuena

  3. Magnífica entrevista que lleva al autor de una reflexión en otra … Gracias a los dos por ofrecernos este “casi diálogo” sobre el transcurso de la vida y las ilusiones. Enhorabuena

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